Un soneto de un poeta represaliado.

Juan Gil-Albert, vanguardista y surrealista en sus comienzos y poseedor de un gran y cuidado estilo, se muestra posteriormente más comprometido con la realidad de su tiempo a raíz de su experiencia durante la Guerra Civil española y el exilio. Siempre fiel a sí mismo e insobornable, rebelde a veces y de una sensibilidad epicúrea y extrema hacia la belleza. Quizá sea uno de los poetas españoles más memorables del siglo XX.
Misteriosa presencia








Racimos ya cuajados rompen vedas
forestas dando salvas cazadores
codorniz en ventana ¡dormidores!
acogedla en los cotos de la seda.

¡Plumas infaustas viento no las cedas¡
tropel  madrugador de sumidores
pulcros caños en pos de voladores
venas del aire esparcen por veredas

Tú mi caza mayor, azul de vuelo,
ni sola pieza en busca algo al día
mi pájaro feliz, mi tordo amargo,

cerca me pasas, cerca te veía,
más no quise tu sangre aciago duelo,
y oprimido dejé pasaras largo.




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