La sonrisa perdida, los rostros adustos
Un hecho actual que es fácilmente
objetivable en las grandes ciudades de todo el mundo y sobre todo si están
alejadas del mar, es que sus habitantes no sonríen y tienen los rostros
adustos.
La civilización actual nos ha
creado a todos un mundo competitivo, hay que ser el primero y conseguir las
cosas, pese a quien pese. Esa competencia nos atañe a todos, al niño que debe
luchar por ser el mejor en su colegio, al mayor porque tiene que destacar en su
trabajo, al que no lo tiene porque tiene que buscarlo como sea… ¡¡¡ es cuestión
de supervivencia!!!, y así sucesivamente…
Pienso yo que esta es una de las
causas de la seriedad y adustez que refleja el rostro de las personas con las
que nos cruzamos por la calle. Hemos
hecho del tener, el norte y el sur de nuestra vida y se nos está olvidando que
somos personas (verbo ser) que tenemos aparte de necesidades materiales,
necesidades espirituales que no saciamos casi nunca. Conjuguemos primero en
nuestra vida diaria para juzgarnos a nosotros mismos y a los demás, primero el
verbo ser y luego el tener, seremos más felices y nos ayudara a sonreír.
Vivimos en las grandes ciudades
de espalda a la naturaleza, no vemos la plenitud del cielo y sus estrellas, solo vemos un cuadrante de
cielo azul a través de la ventana de nuestro hogar, además la contaminación
reinante en las mismas ciudades diluye los
colores del ambiente y eso nos entristece, hay que volver a contemplar
en silencio la belleza de una puesta de
sol.
Debemos sacar tiempo de nuestros
cargados programas diarios, para reencontrarnos con nosotros mismos, el ser
humano tiene que hacer con frecuencia examen de su existencia para ver cuáles
son sus aciertos, y en que debe cambiar para lograr un casi siempre inestable
equilibrio vital.
Si nos aplicamos con afán, la
sonrisa volverá a nuestra vida y la adustez desaparecerá de nuestros rostros.
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