Los azucares, las viñas y el vino
La pulpa de un mosto contiene fundamentalmente dos azúcares de 6 átomos de carbono (hexosas); glucosa (dextrosa) y fructosa (levulosa).
No contiene sacarosa, que es el azúcar que usamos en nuestra vida
cotidiana. Los dos azúcares provienen
de la asimilación clorofílica.
Según
los casos, los azúcares pueden
representar entre 180-300 g/l; los
azúcares son fermentados por las levaduras para obtener etanol (alcohol) y CO2 (anhídrido carbónico).
Por
consiguiente, la cantidad de azúcares de
un mosto determinará el grado
alcohólico del vino al que dé lugar normalmente, se considera que por cada
17 g de azúcar se obtiene un grado alcohólico,
si bien depende del rendimiento que obtenga la especie de levadura que sea
la responsable que supone la fermentación.
Desde
el brote en marzo, hasta la caída de las hojas en noviembre, la planta fabrica azúcares. En la uva la acumulación
comienza a ser notable a partir del envero (julio); en los últimos días de la
maduración, los aumentos son importantes (entre 4-5 g cada día). De ahí la importancia que tiene la elección
de la fecha de la vendimia.
Durante
el crecimiento herbáceo los azúcares no
se acumulan en la uva. Se utilizan para la respiración celular (metabolismo), para el crecimiento de
la planta o guardan en reserva en las paredes de las células de las hojas en
forma de almidón.
Una
forma de entender que calidad y cantidad de vendimia siguen caminos opuestos
nos la brindan los azúcares. Cuanto
más vigorosa es una planta, más azúcar fabrica,
pero también son mayores las necesidades energéticas y, además, los azúcares no utilizados tienen que
ser repartidos en un mayor volumen de frutos. Abundando en el tema, el vigor
alarga el ciclo vegetativo herbáceo, con lo que la época de la maduración se
traslada hacía un periodo climático menos favorable a su evolución.
El
reparto de los azúcares no es
homogéneo en la pulpa. La zona más rica es la zona intermedia, la que tiene
menor volumen de mosto y la que necesita menos presión para liberarlo. También
existe un escalonamiento en el tiempo en la proporción glucosa-fructosa: 5 al
cuajado, 2 al envero, 0,95 en madurez.
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