Clarificación de los vinos

Es una operación que consiste en incorporar a un vino, más o menos turbio una sustancia llamada cola; esta cola coagulará y formará grumos que irán creciendo y depositándose en el fondo del depósito después de haber arrastrado las impurezas. La parte superior o sobrenadante quedará limpia y será separada de las lías de clarificación mediante un trasiego y posterior filtración.

En efecto, cuando un vino acaba la fermentación tiene numerosas materias en suspensión: pieles, pepitas, levaduras, sales (bitartrato potásico) que no han podido precipitar debido al desprendimiento de CO2; poco a poco todos estos residuos irán depositándose en el fondo de la tina o tonel más o menos rápidamente formando las lías. La rapidez de la clarificación espontanea de un vino depende de su riqueza en coloides protectores, estas son unas sustancias que se oponen a la sedimentación de las partículas sólidas. Pero esta clarificación natural del vino es lenta e incompleta, por lo que debe completarse con la clarificación provocada. La clarificación provocada pretende obtener la limpidez y estabilidad del vino y, si es posible, una mejora gustativa.

La limpidez es el estado perfectamente transparente del vino; tiene una fuerte influencia sobre el degustador; ya que si observa que el vino esta turbio, el catador se predispone en contra del vino aun cuando no tenga defectos gustativos.


La limpidez debe ser una cualidad permanente en el vino; una vez limpio no debe enturbiarse más; es lo que se denomina estabilidad de la limpidez; para la obtención de la estabilidad se somete al vino a una serie de



tests en los que se coloca en condiciones desfavorables (temperatura, aireación, ventilación, iluminación) y se le trata con diversos agentes para que no forme posos una vez limpio.

Son dos problemas bien diferentes que no deben  confundirnos; la clarificación u obtención de la limpidez y la fijación de esa limpidez. Sin embargo, en ciertos vinos tintos muy viejos se suelen formar posos de materia colorante o de bitartrato, lo que no debe condicionarnos al rechazo sistemático de las botellas.

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