Lhardy
Emilio Huguenin, francés de padres suizos, había sido
reportero en Bésançon, cocinero en Paris, y restaurater con establecimiento en
Burdeos, el centro de los desterrados españoles que habían coincidido con los partidarios de José Bonaparte con sus
antiguos adversarios, los liberales perseguidos por Fernando VII.
Cuando Emilio Huguenin decide abrir su casa en Madrid al
desaparecer el monarca absolutista, los exilados de Burdeos retornaban a
España, Isabel II, tenía nueve años y va a iniciarse en España la conmoción ideológica
y estética del romanticismo.
El nombre del restaurante vendría sugerido por el famoso café Hardy,
del parisino Boulevard de los Italianos, que más tarde se convertirá en la
Maison Dorée. El propietario, Emilio Huguenin, toma el nombre de su negocio se transforma en Emilio Lhardy.
Hacia 1837, se inaugure el restaurante, en Carrera de San
Jerónimo, 8. La inauguración es un gran éxito, acudiendo los más prestigiosos
personajes de la vida madrileña
(realeza, nobleza, política...) a disfrutar de sus famosas comidas y cenas.
Hacia 1880, el decorador Rafael Guerrero (padre de la genial
actriz española, María Guerrero), rehace la decoración del restaurante, y
establece una nueva fisonomía de Lhardy, la actualmente vigente, una auténtica
maravilla.
Se perfiló en el diseño de la fachada de la tienda, una magnifica
construida en madera de caoba, recortando a Cuba (declarado monumento de
interés artístico cultural). La decoración interior de la tienda, con dos
mostradores enfrentados y el espejo al fondo, sobre la opulenta consola que
sostiene la bouilloire y la botillería que permanece intacta, tal y como la
proyectó el decorador Guerrero. En este espacio se venden tazas de caldo de cocido y los famosos
fritos Lhardy, destacando sus celebérrimas croquetas. Todos los productos aquí
se consumen por parte del público, se consumen de pie.
Lhardy, tiene tres comedores proyectados como Salón Isabelino
(a destacar el maravilloso espejo, que lo adorna), Salón Blanco y Salón
Japonés. Todos conservan los revestimientos de papel pintado de la época, así
como las chimeneas, guarniciones y ornatos de la restauración de Guerrero. Es
el gran buque insignia de la hostelería de lujo madrileña.
¡¡¡ COMER UN COCIDO EN LARDHY, ES DE VERDAD UNA EXPERIENCIA
METAFISICA, QUE HAY QUE REALIZAR POR LO MENOS UNA VEZ EN LA VIDA!!!
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