Ángel Saavedra y Ramirez de Baquedano
Se llamaba el simpático
escritor don Ángel Saavedra y Ramírez de Baquedano era el III Duque de Rivas y
Grande de España, y nació en Córdoba, como el que no quiere la cosa, el 10 de
marzo de 1791, muriendo en Madrid el 22 de junio de 1865. Fue dramaturgo, periodista,
poeta, historiador, pintor y estadista y muchas cosas más...
Ocupó los cargos de: Alcalde
de Madrid, Senador del reino, Embajador y la Presidencia del Consejo de
Ministros, durante dos días. También fue Director de la Real Academia Española
de la Lengua Española y del Ateneo de Madrid.
La política estuvo a punto de
borrar las virtudes y méritos del egregio cordobés, el cual en algunas
ocasiones, aunque no de las más brillantes, formó parte de gobiernos
isabelinos, siempre de corta vida. Pero como casi todos los gabinetes de la
época fueron igualmente efímeros, nadie le echó en cara a D. Ángel sus
gestiones gubernamentales, porque el que más y el que menos se había encontrado
en circunstancias parecidas.
Su obra, esta mucha perdida,
sobre todo poética y periodística. Fruto de su ideario entonces modernísimo, destaca su D Álvaro o la fuerza del sino, que
sirvió de base a Giuseppe Verdi, para su famosa opera “La Forza del Destino”,
una de las mejores de su célebre autor y el drama “tanto tienes, tanto
vales”...
Con el Duque de Rivas y otros
escritores, el Romanticismo entró en España. Tarde, como todas las novedades,
pero a tiempo a que se adhirieran a él
nombres famosos: García Gutiérrez, Zorrilla, Gil y Carrasco...,
muchachos casi todos ellos revoltosos, que lo mismo escribían un candente poema
que un artículo contra el gobierno. Porque los románticos, como todos los
hombres de talento que ha tenido España, fueron liberales.
D. Ángel asimiló, pues, las
nuevas ideas estéticas, con sus lugubreces de cementerio iluminado por la luna,
con su amor a lo medieval, con aquellos protagonistas, hijos naturales casi
siempre, reconocidos por sus padres en escena o, todo lo más entre cajas, casi
como en la actualidad.
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