Una muleta perdida.
En
la tarde noche del día de ayer fui a
merendar a una cafetería cercana a mi
domicilio en Madrid, el local
en ese momento estaba casi lleno. Nos sentamos en una mesa para empezar a
degustar nuestra merienda. Observo a mí
alrededor, personas variopintas de todas las edades ¡¡¡ todo normal, muy normal!!!
De una de las mesas se levantan cinco personas, alegres,
contentas una de las cuales cojeaba ligeramente, pienso normal, a ciertas edades y estas personas calculo estarían
en la adolescencia de la tercera edad, este
tipo de problemas es muy frecuente, salen tan alegremente del local ¡¡¡ todo normal, muy normal!!! Vuelvo a
mirar distraídamente al sitio que ocupaban estas personas y veo con asombro que
en un rincón había una muleta (instrumento
ortopédico) olvidada, una muleta perdida.
A los cinco minutos aparece presurosa una persona del grupo a
recoger el objeto olvidado; la muleta.
Este hecho simple y banal
me llevó a pensar como
las personas en muchos casos no creemos en nosotros mismos, pedimos apoyos y no
los necesitamos. La persona que estaba alegre y contenta salió como si tal cosa
sin necesidad de apoyo alguno, pero al reencontrarse
con su propia realidad en la calle y pérdida la alegría y calor de la
conversación con los amigos, empezó a cojear otra vez y entonces echo de
menos la muleta que se había dejado.
Los griegos nos dejaron una definición del ser humano, que la moderna y
tecnificada Medicina actual, parece
olvidar “somos cuerpo y espíritu, phisique y soma”, lo que nos dice, que
cuantos problemas se podrían solucionar, escuchando y haciendo sentir a las
personas que no están solas, sin
necesidad de medicinas que solo van a atenuar los síntomas, pero no van a atajar la raíz de los
problemas. ¡¡¡ Muchas personas se sentirían más felices al estar más
integradas!!!
¡¡¡ Trabajemos entre
todos para ayudar a muchas personas, que olviden sus muletas en los rincones de
su existencia ¡!!
Comentarios
Publicar un comentario