Un viaje en autobús con perfiles fúnebres

No comprendo cómo puede haber personas que puedan decir que se aburren, hay muchos remedios para corregir el aburrimiento y uno de los más efectivos y  baratos, es oír y mirar en nuestro alrededor, siempre se cazan piezas verdaderamente preciosas.

El pasado domingo, me desplazo a un pueblo de la sierra madrileña muy bello y con un importantísimo monumento en su recinto, gente y más gente por todos los lados. En el autobús de vuelta, también completamente lleno el trayecto es desesperante ¡¡¡ no avanza ¡!!, los vehículos tanto públicos como particulares son millares, embotellando las carreteras ya de por sí  bastante estrechas para contener este aluvión de tráfico.

¡¡¡No avanzamos!!! Parece como si hubieran pegado en el firme de la carretera al autobús, el calor humano y el reinante me hace dormirme, pero casi al instante me despierto y escucho una conversación, detrás de mi asiento: “…hemos tenido suerte llegamos antes de que muriera” “que desfigurado estaba” “no abultaba nada” “estaba amarillo” “sabes que le metieron en la caja su reloj y su bolígrafo de oro” “¿pero no sabes lo mejor?” “le metieron también el transistor que tuvo junto así durante la enfermedad y con el que de siempre oía el fútbol, los domingos…” las autoras de tan brillante resumen de esta al parecer muerte anunciada, dos discretísimas señoras de mediana edad que siguieron para entretenerse en el lentísimo viaje desgranando y analizando minuciosamente todos los acontecimientos vigentes de la prensa rosa, del corazón o del hígado como dicen algunos, ¡¡¡ todo es igual ¡!!

¿Si tenemos que hablar de temas tan humanos como es una muerte? Por favor no chillemos, no sabemos quién nos oye. No mezclemos la  muerte con la intrascendencia. Un autobús pienso que no es lugar para estas  conversaciones, por muy lento que este vaya.


Con estas conversaciones y mis disquisiciones y  pensamientos sobre las mismas, ya estamos entrando en el



intercambiador…¡¡¡Qué país y que paisanaje!!!

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