¿Dónde están las chicas?
El
tiempo de vacaciones, el sol, la playa y
el descanso, provocan en el ser humano una cierta vuelta a los orígenes del
estado de felicidad del que deberían gozar siempre las personas. La tranquilidad conlleva una sedación espiritual y un buscar un
estado de placidez extraordinariamente placentero, del que por desgracia
carecemos.
Este preámbulo es para indicar los
pensamientos que me vinieron a la mente al presenciar una pequeña anécdota en
el muy transitado Paseo de las Canteras,
en las Palmas de Gran Canaria. Al anochecer estaba yo sentado tomando una
cerveza en uno de los animados bares del paseo, cuando me veo venir hacia el lugar que yo ocupaba a
cuatro personas dos hombres y dos mujeres, veraniegamente vestidos la
temperatura lo permitía, era una noche con un ambiente casi tropical con una
edad entre los setenta y los setenta y cinco años ¡¡¡dos parejas
de veteranos de la tercera edad!!!
Al
llegar a mi altura, se juntan hablan y se separan, los hombres penetran en el bar, me supongo para atender necesidades
fisiológicas perentorias y las mujeres continúan hacia unos escaparates
próximos para hacer tiempo. Pasan unos
pocos minutos, salen los caballeros miran hacia todos los lados y se interrogan
mutuamente ¿Dónde están las chicas?, extrañados y desorientados, esta
pregunta que se hacían me pareció extraordinaria,
tierna y refrescante, ni que decir tiene ¡¡¡ las chicas!!! , aparecieron junto a sus desorientados compañeros a
los pocos minutos y continuaron ya juntos el plácido y agradable paseo.
El tiempo, las
preocupaciones y la costumbre parecen
acumular sobre nuestros corazones una especie de patina que les hace
enlentecer su combustión afectiva y que basta un hecho por muy accidental que parezca (fresco aire atlántico), para que todo lo que teníamos tapado por las inmundicias de la rutina, resurja pleno del frescor, brillo y cariño que alumbró y alumbra sus vidas. El ocio, la vacación y el aire canario habían hecho el milagro de borrar la rutina. ¡¡¡ ¿Dónde están las chicas?!!!
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