Un soneto de guerra
La
experiencia directa de la guerra y de la vida militar dio pie a alguno de los
poetas más importantes de la época, como Garcilaso, Francisco de Aldana en sus
versos. El capitán Aldana, su autor, que combatió en Flandes y otros lugares
hasta encontrar la muerte en Alcazarquivir, ofrece en este soneto una vivida
visión de la guerra mediante un recorrido por las percepciones...
Otro
aquí no se ve que frente a frente
animoso
escuadrón moverse guerra,
sangriento
humor teñir la verde tierra,
y tras
honroso fin correr la gente;
éste
es el dulce son que acá se siente:
“¡España,
Santiag0, cierra, cierra!”
y por
suave olor, que el aire atierra,
humo
de azufre dar con llama ardiente.
El
gusto envuelto va tras corrompida
agua,
y el tacto solo apalpa y halla
duro
trofeo de acero ensangrentado,
hueso
en astilla, en él carne molida,
despedazado
arnés, rasgada malla.
¡Oh
sólo de hombres dino y noble estado!
...de cada uno de los cinco
sentidos. Tras la sombría descripción, el verso conclusivo adquiere un aire
sorprendente y equivoco: lo mismo puede entenderse como elogio, pese a todo,
del estado militar que como irónica denuncia de los estragos de la guerra.
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