No somos islas
El
crecimiento desmesurado en todos los aspectos, de las grandes ciudades, ha
llevado a sus habitantes a despersonalizar el trato con los demás seres que les rodean. Formamos a nuestro
alrededor, una especie de bastión
defensivo con nuestras familias, para tratar de contrarrestar los presuntos
ataques de los núcleos vecinos próximos,
de los que esperamos todo y nada bueno. No conocemos ni siquiera el nombre de
nuestros vecinos, no tenemos ni queremos relaciones con ellos, nuestro hogar se
va convirtiendo en una isla y nosotros en isleños.
Tiene
que ocurrir un gran y grave acontecimiento para que nos demos cuenta, que no
estamos solos en el mundo, que hay más gente con la que debemos compartir los
derechos y deberes que tenemos como habitantes apelotonados en esta pequeña
bola azul, que gira y gira por el inmenso espacio cósmico y que se llama
TIERRA.
Las
catástrofes que han asolado y asolan a nuestro pequeño planeta, nos deberían
llegar a hacer pensar que: no somos solos en el mundo, que vivimos en entornos
urbanos, que tenemos vecinos, con los que compartimos todo (felicidad y
peligros), no sabemos sus nombres y circunstancias personales, ni ellos saben
nada sobre nosotros, que somos como perfectos desconocidos, viviendo próximos y
en una mismo lugar, no somos empáticos con ellos, ni ellos con nosotros...SOMOS
ISLAS EN MEDIO DEL INMENSO TRAFAGO URBANO.NO NOS INTERESA NADA DE NADIE.
Pero
llegan las catástrofes y entonces si somos víctimas, esperamos el socorro y la
dedicación de los otros, si resultamos indemnes se nos despiertan en nuestra
conciencia, unos reconfortantes sentimientos de solidaridad momentánea, que desaparecen
cuando el fragor del acontecimiento luctuoso va enmudeciendo.
Debemos
ser empáticos con los otros, pues todos nos necesitamos, como ha quedado
demostrado en esta trágica pandemia que cruelmente nos acosa. Sin la ayuda y el
trabajo ejemplar de barrenderos, limpiadores, transportistas, reponedores de
alimentos, personal sanitario, bomberos, policías, personal transporte de
enfermos, de mantenimiento...la catástrofe del COVID-19, hubiera alcanzado
proporciones incalculables.
La
consecuencia que debemos de sacar de todo esto, es la de que todos nos
necesitamos, que compartimos un pequeño planeta perdido en el Universo, LA
TIERRA. Todo parece un aviso que nos recuerda algo obvio “NO SOMOS ISLAS” de
ninguna de las maneras, todos estamos bajo el mismo techo.
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