¿Cambiara, por fin el tiempo?
Hoy
ha empezado en Madrid, el día igual que ayer, pero de otra manera, me explico.
Todo este mes de febrero, ha sido una
sucesión de jornadas, calcadas unas de otras. Nieblas espesas matinales,
irrupción posteriormente de un sol como sucio, no brillante, la luz como pasada
por leche, era un resplandor blanco, de leche recién hervida. Y ya, a partir de
las primeras de la tarde, el decrecimiento luminoso, hasta el anochecer más
completo. Eso sí, acompañada la noche, de un cielo marrón plomizo como
iluminado. Un ambiente sin viento, propio del escenario de una película de
terror angustioso.
Hoy
en cambio, hemos podido ver sobre nuestra ciudad por primera vez en muchos días,
un cielo de colores más naturales, aunque con un nublado más como el de toda la
vida. El viento soplaba como con más intensidad que en días anteriores, parecía
tener la voluntad de retomar su misión, olvidada hasta ahora de baldear y
limpiar el ambiente ciudadano. Todo esto me hace tener la ilusión de intuir un
cambio atmosférico, que ponga fin a una temporada loca meteorológicamente
hablando. Los brotes a destiempo de árboles y plantas que tenían que florecer
más tarde han sido hasta ahora los avisos que la naturaleza, nos pasa de que
cualquier día, de madre se va a convertir en madrastra.
Este
trastrueque de la naturaleza incide en la salud de los humanos. Ese crecimiento anómalo de las
plantas, ese tiempo meteorológicamente loco ha provocado multitud de trastornos
a la gente (procesos alérgicos sin fin, reacciones cutáneas de lo más variado y
molesto, trastornos psicológicos, cansancio...para que seguir, una gracia...)
La
esperanza, es lo último que se pierde,
dice el viejo refrán castellano. La vida sin esperanza, no es vida, es un
pasar, pasar y pasar de manera monótona sin sorprendernos, ¡¡¡qué asco!!!
Siempre, tendremos la pregunta a flor de piel ¿cambiara por fin el tiempo,
volverá la normalidad del cambio de las estaciones?
Que
los buenos indicios del principio del día, se cumplan, que llueva, que se
alivie la contaminación, que la gente cambie el rictus de perpetuo disgusto por
una sonrisa...Ojala sea así, y no se quede en una ilusión fruto de una mente
calenturienta, LA MIA.
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