Grandes regiones vinícolas españolas: Ribera del Duero ( y 2)
La
historia sólo nos ha mostrado un hecho excepcional referente al tinto, y fue Eloy Lecanda quien llegó a la zona en 1864 y vislumbró las posibilidades de estas tierras para crear un gran vino. De aquella iniciativa
nació en 1915 Vega Sicilia, y con
ella, aunque ya en la década de los ochenta, el mito de los vinos ribereños. La
uva Tinta del País o Tinta Fina, que no es otra que la Tempranillo, está perfectamente adaptada a las extremas condiciones
climáticas. Su producción, no muy alta pero si muy regular, de grano más
pequeño, salva las heladas brotando
tardíamente y los fríos otoñales con una maduración temprana. Unas
condiciones muy favorables para producir excelente
vino tinto, de buen color con toques morados, rico en taninos, aroma
delicado, penetrante y ligeramente ácido.
La
calidad de los vinos de la Ribera del
Duero es sobradamente conocida y algunas marcas gozan de tanta reputación que para conseguirlas es necesario
apuntarse a una lista de espera y pagar unos precios muy altos.
Además
de la Tinta del País, la uva
paritaria, las cepas autorizadas por el Consejo
Regulador son las tradicionales Garnacha
y Albillo Blanca, y las de
origen francés, Cabernet Sauvignon,
Malbec y Merlot.
En
la D.O se elaboran rosados y tintos.
En origen el único vino que se producía en la Ribera era el rosado, obtenido
de la mezcla de uva Tinta de País con
otras variedades. Es un vino de gran
frutosidad, muy fresco y suave, que se hace sobre todo en la zona burgalesa de la D.O. Los vinos tintos se caracterizan por tener
un color cereza brillante, con aromas de frutos muy maduros; están bien
equilibrados de acidez, con cuerpo, estructura y taninos. Los crianza deben permanecer un mínimo de dos años entre barrica y
botella, un tiempo que se alarga ampliamente cuando se trata de los grandes vinos de la Ribera.
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