El Cantábrico en Madrid


Según los escritores costumbristas del siglo XIX y primera mitad del XX, Madrid tiene casi de todo, aunque le falta un puerto de mar, lo que impide que en la Villa y Corte, se pueda comer buen pescado y marisco, ya que el transporte de dichos productos, hasta en centro del país era harto difícil. Pero esto parece que se está convirtiendo (ya era hora), en historia pasada, con la mejora fulgurante del sistema de transportes.

Lo digo esto en relación con un restaurante, que visite ayer (día comprometido, para estos establecimientos por la enorme afluencia de clientes, debido a la festividad del AÑO NUEVO), establecimiento que no conocía y que me sorprendió muy gratamente, “LA CASITA DE SABINO”, situado en la zona de Cuzco, muy próximo a la Plaza de Castilla.

Este establecimiento, es sucursal de “LA CASITA DE SABINO” de Bilbao, afamadísimo restaurante de la capital vasca.

Es un local decorado en colores muy claros y con mucha luz, con una vitrina donde se exponen ejemplares de los maravillosos pescados y mariscos, recibidos directamente de las principales lonjas pesqueras cántabras, en un estado de brillantez y frescura, poco visto, por estos lares.

Comimos (cuatro personas): anchoas especiales Premium, extraordinarias, suculentas, con el salado justo, riquísimas. Ostras gallegas de tamaño medio con un gusto a mar delicioso, una autentica delicadeza marina. Tataki de atún, muy bueno y sabroso. Un  extraordinario rodaballo, con un sofrito de ajo y buen aceite de oliva, solamente, increíble. Para chuparse los dedos y las espinas, como hicimos los comensales sin excepción.

Los postres, que suelen ser los lunares en este tipo de establecimientos, aquí no: La típica panchineta vasca, coulant de fruta y torrijas caramelizadas, fueron excelentes finales, para una comida inolvidable. Todo regado con un excelente Txacoli (ITSASMENDI 7), que nos hizo recordar con añoranza los verdes paisajes de Euskadi.

Servicio de película: atento, útil y obsequioso encabezado por un maître acogedor, conocedor, gran vendedor: todos de 10. Precios: altos, pero la súper calidad de los productos, hace que la relación precio/calidad, sea bastante normal en este caso.




Este restaurante me resultó una sorpresa. Buenísimos productos, magníficamente tratados, calidez en el servicio, precios comedidos y ambiente no de aturdir sino de disfrutar de la comida. ¡¡¡VOLVERE!!!

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