Obras en casa
El tiempo estropea las cosas,
bien por su uso continuado, o porque el mismo ha hecho emerger mejoras de todo tipo
en el bien, que aumenta su utilidad y hay que arreglarlo, ponerlo al día o sustituirlo.
También por haber surgido nuevas necesidades que hay que solucionar. Caso paradigmático,
las obras en una casa familiar.
El que se va a hacer obras, todo
el mundo lo tiene claro, el como se va a hacer es otra cuestión, la familia es
un nido de posiciones encontradas, cada uno presenta al grupo una solución
diferente conforme sus ideas personales, dejando muy claro que la no aceptación
de las suyas puede ser motivo de un “cassus belli” con los demás, en algunos
casos lamentable. El importe, es también otra cuestión, todos conocerán a
alguien, que haría todo mejor y más barato. El que ha contratado la obra (con
su mejor intención, normalmente) es tonto y se ha dejado engañar. Esta
apreciación conlleva los correspondientes morriñas y enfados a veces graves.
Después, de una serie de
negociaciones transaccionales larguísimas, se puede llegar a algún acuerdo, que
involucre a las posibles partes implicadas, que llegan a una especie de armisticio.
Unos ceden en los colores y otros en los suelos…Es curioso como la planificación
de obras en la casa familiar, tiene algo también de test psicológico pues hace
aflorar personalidades egocéntricas (cualquiera dice no a mama, o cualquier
otro miembro familiar ególatra, aceptará a regañadientes, pero nos perseguirá
hasta que el logro definitivo de sus primitivos deseos sea una realidad
tangible…, lo mismo podemos decir del resto, que ciertamente quieren hacerse
notar). También suele aparecer el
histriónico (todo le parece mal, y va a ser un gran fracaso, el dinero que se
gasta es inútil, y le van a molestar en la ejecución de estas, y para nada, un
caprichito, repetirá hasta la saciedad…).
Empiezan las obras, empiezan los problemas. Los arreglos que se hacen no suelen complacer a todos por igual, siempre falta algo, para que seguir, casi siempre es igual…
El ser humano, es un espécimen rarísimo en ciertas situaciones, como esta de obras hogareñas, se enreda de manera idiota, con los correspondientes encontronazos. De asuntos minios hace auténticos arcos de iglesia, con lo que se lía el solo por algo, que hablando sin ganas de pisotear al otro, SE ARREGLA fácilmente.
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