De Madrid, en agosto, huye todo el mundo
Debo decir que este comentario, me lo sugiere, el calor reinante en la calle, en este momento (17,05 horas) es de 40, 5º. Verdaderamente espectacular y sofocante. Según los que dicen que saben sobre el tema, este año las temperaturas, se han incrementado sobre las del pasado verano, fuertecito ya de por sí.
La capital de España es en estas
fechas el remedo de una “urbe vacía”. ¿Cómo?, por una especie de lengua de fuego
continuo, que recorre una y otra vez sus calles, asando a los que discurren, vecinos
y foráneos por ellas, las temperaturas que asolan este año a la ciudad son más
insoportables que nunca, en opinión de los técnicos.
La proliferación multitudinaria
de equipos de aire acondicionado hace que estos pongan en el ambiente urbano,
cantidades ingentes de aire caliente como resultado de su función refrigeradora
y que, con el ambiente tórrido reinante, hacen sentirse a los sufridos
habitantes bañados en un tórrido magma, que los pone al borde del colapso
físico y psíquico.
La época del calor en Madrid es
continua, es un “perpetum móvil”, de día por que es de día y el sol no quema,
abrasa. Cuando desaparece el sol, comienza a salir del asfalto (por otra parte,
magnifico almacén), el calor producido por la radiación diurna, o sea, en una palabra,
o llega desde el cielo o sale por el suelo tratando de incordiar siempre y lográndolo
las más de las veces a los sufridos urbanistas.
Hay que poner tierra por medio,
esa huida es simulada por un eufemismo hipócrita, “nos vamos de vacaciones”,
para autoconvencerse que no es por el calor, sino por conocer otros ambientes
más benévolos y brillantes.
Las salidas son fulgurantes dejan
Madrid, prácticamente vacío de madrileños y foráneos. Con que ojos de envidia,
presencian los preparativos de la huida, los que por cualquier motivo no pueden
hacerlo (económico, laboral, medico…), ellos seguirán todo el día bañados en
sudor, con cara de “acelga escurrida”, sin ganas de moverse, comer o dormir,
añorando un ambiente más clemente. Pensando
a ver si el año próximo la situación cambia y ellos son los agraciados, con la posibilidad
de abandonar la ciudad, en estas fechas, de donde hasta el propio Diablo se va,
no peca nadie por cansancio y no hay trabajo para él.
¿CUANTO QUEDA PARA QUE LOS
TERMOMETROS, SE APIADEN DE NOSOTROS?
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