Madrid, “amordazado”
La
“nueva normalidad”, casi ha conseguido, lo que nunca consiguieron en distintas circunstancias otros poderes de
distinto orden, con la pretensión de acallar, amordazar a la ciudad, amordazar
a Madrid, y silenciarlo.
Una mascarilla (a veces denominada respirador, que no debe
confundirse con el ventilador mecánico), es un dispositivo diseñado para
proteger al portador de la inhalación en atmosferas peligrosas, incluyendo
humos, vapores, gases y partículas en suspensión (como polvos y microorganismos
–bacterias y virus- aerotransportados). Así como proteger a lo demás cuando el
portador pueda contagiar alguna enfermedad.
Esto es la descripción técnica del artefacto, pero lo que me
ha llamado a la atención, es como la obligación impuesta, a todos de llevarla
por la calle, ha cambiado rostros, gestos y actitudes de las gentes de nuestro
entorno ciudadano y por ende del país.
Hay ya tanta cantidad de modelos de mascarillas, casi como de
personas portadoras. Formas diversas (desde el modelo clásico, imitando fauces
de animales salvajes teñidos en sangre, transparentes, de tul, con toques
eróticos... hasta el infinito) adornan las caras de los portadores de las
mismas, dándoles un aspecto de seres humanos sin acabar, que avanzan por la
vida como rebaños de pollos sin cabeza y sin rumbo. A la gente, que lo lleva, en
su mayor parte, le molesta el artificio (ahogos, dicción más opaca, no se
entiende bien con sus interlocutores...) habla menos, se siente amordazado,
aumenta su dosis de mal humor ya de por si alta,¡¡¡ UNA JUERGA!!!
El uso de mascarillas y respiradores, son y han sido de uso
corriente en países orientales para evitar así contagios de enfermedades de
transmisión aérea (al hablar, estornudos,... y sus correspondientes gotitas de
saliva con microorganismos en suspensión), o sea que protegemos y nos protege,
por lo que desdramatizar su uso y hacerlo común en beneficio de todos.
Yo no sé si como resultado de una información nefasta por
parte de las autoridades sanitarias o por el placer morboso de desobedecer las
órdenes gubernamentales, el uso de estos dispositivos es caótico. Grupos muy
numerosos de personas, no los usan, les molestas o simplemente les parece
absurdo, su uso. Las mascarillas, lucen colgadas de las orejas y de los codos
de sus propietarios. Se las ponen
completamente en el caso de que vean la posibilidad de ser multados por
alguien. ¡¡¡EL DESMADRE!!!
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