Vinos Rancios
Se
dice de un tipo de vino que ha estado expuesto a la acción prolongada del
oxígeno. Esta denominación también se aplica a aquellos vinos expuestos al
calor. Su utilización está muy extendida en el caso de “los vinos dulces”,
“Garnatxa catalanes” o en el de los vinos fortificados olorosos y rancios de
Valencia y Alicante.
Su
nombre proviene del olor que desarrollan estos vinos, que pueden recordar en
algunos casos a mantequillas rancias.
Las
características químicas de estos vinos rancios se derivan de la oxidación de
los ácidos grasos del vino. Estos ácidos cuando se oxidan generan la producción
de acetonas, que es lo que proporciona parte de la complejidad y riqueza de
sabores y olores característicos de los vinos rancios.
Se
denominan rancios los rancios los vinos que han sido sometidos a largos
envejecimientos a temperaturas superiores a 20ºC. Los brandies muy viejos, que han pasado una permanencia superior a 10
o 15 años en toneles de madera, también pueden desarrollar notas rancias.
Aunque será en los brandies donde el termino rancio se utilice con mayor
frecuencia.
También
pueden entrar en esta descripción algunos vinos de Tokay y ciertos vinos de
licor de Muscat. Los vinos rancios
desarrollan una gran riqueza de aromas que pasan desde los frutos secos
(almendras, nueces y avellanas), frutas confitadas, mantequilla, frutas frescas
(albaricoques, melocotones y cerezas), hasta ciertas notas debidas a la
presencia de acetonas.
Uno
de los más importantes vinos rancios españoles, es el Fondillón, un dulce que se
elabora en la provincia de Alicante exclusivamente con uva de la variedad
Monastrell. Tiene una alta graduación aproximadamente 18º, si bien esta procede
a diferencia de los vinos fortificados, procede del total del azúcar existente
en la uva. Es una auténtica joya, apreciadísima por los más expertos gastrónomos.
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