Montes, el vino de las nubes ( y 2)

… Después de más de un año de barrica en roble francés Centre de France (Alliers+Nevers), el vino salió concentrado, armónico, sin aristas, redondo. Su equilibrio, su concentrado bouquet que sabía a especias y matorral fresco, a canela y regaliz, a ciruela y a casis, resultó ser un gran vino perfectamente estructurado.

Con viñedos de tintorera antigua situados a 1.020 metros sobre el nivel del mar en la D.O. Almansa se hacen unos vinos soberbios. Si esta variedad, que tiene la pulpa roja (a diferencia de las otras tintas), ya da en el piedemonte un tinto de mucha expresión gustativa, poderoso color y alta graduación, ni que decir tiene lo que puede llegar a hacer cultivada en la alta montaña (para la viticultura 1.000 de cota es una montaña muy alta).


Esto ocurre con los vinos de Higueruelas que hace la Cooperativa Santa Quiteria. Son de altísima calidad buenos y francos, ricos en el paladar y de buen Postgusto. 








La viticultura de montaña tiene su ley: su vendimia es la más tardía, y como el despertar de la letargia no se adelanta tanto como en principio podía suponerse, y sucede después que se produzca en la uva del llano, su ciclo vitícola  es un poco más largo de lo que se podía prever en el parámetro varietal. Esto permite una conducción más cuidada, un trabajo vitícola más preciso y detallado con las cepas, un trabajo de jardinería inglesa, podría decirse, donde la relación del viticultor con la cepa es muy estrecha.

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