La ciudad empezó a mojarse y yo no

De todos es sabida la sequía, casi bíblica, que llevamos padeciendo en Madrid desde hace ya bastante tiempo. La ciudad en esos casos, padece lo que llaman los expertos en meteorología “una inversión térmica”, lo que la hace presentar un aspecto casi fantasmagórico, se envuelve como en una especie de manta naranja, la tremenda contaminación. De momento la única solución para ese problema es la lluvia, por desgracia tan escasa.

El otro día, veo con incredulidad que el atormentante y constante cielo azul, había cambiado, las nubes lo cubrían. ¡¡¡ Que ilusión!!! ¿será presagio de lluvia? ¡¡¡ Yo quiero mojarme!!!. Para mí el sahariano tiempo pasado, me ha afectado muchísimo y deseo con vehemente ansia, repito mojarme, mojarme, mojarme, ¿lo conseguiré?...
El cielo se ennegrece y por fin ante mi alegría más completa, parece que va a comenzar a llover, pero todavía, se resiste… llega la noche y aún no ha llovido… Me acuesto con la ilusión de que al día siguiente me mojare… me despierto de madrugada, oigo la lluvia caer ¡¡¡ qué alegría !!!, me dormí ilusionado…

Amanece al otro día, efectivamente lloviendo, me levanto exultante ¡¡¡me voy a mojar, por fin!!!, transcurre la mañana con normalidad, esperando para salir a la calle, para cumplir mi deseo y necesidad de mojarme. Llega el momento de salir y al llegar al portal, deja de llover ¡¡¡ deja de llover!!!,que mala suerte, otra vez tengo que retrasar mis deseos de mojarme.

No hay mal que por bien no venga, dice el refrán castellano y eso me hace pensar en la muy remolona lluvia, que yo no he disfrutado encima, en los numerosísimos beneficios que va a distribuir a la colectividad: mejora en la contaminación ambiental, preparar el campo para la siembra, mejorar el carácter de mis conciudadanos… aunque yo no me he mojado.








¡¡¡Nunca llueve a gusto de todos!!!


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