Si vuelvo a Cuéllar, al Refectorio no iré
“dedicado
al gran Luis Carandell, autor del Celtiberia Show”
Esto
que voy a contar, nos sucedió el pasado sábado, al ir a comer mi mujer y yo, en
Cuéllar en el Restaurante “San Pedro Refectorio”. Nos habíamos traslado a esta
ciudad castellana con objeto de visitar la exposición “Las edades del hombre”,
no habíamos estado nunca en este rincón castellano, elegimos este restaurante
por Internet, nos resultó original su ubicación en los restos de un convento.
Llegamos
a las 14,33 del sábado, hora convenida en la reserva, nos colocan en la parte
correspondiente al antiguo refectorio junto al pulpito del antiguo lector
monacal. Empiezo a acomodarme en la mesa y oigo a mi espalda, la voz
extemporánea de una camarera “no puede estar ahí, no se da cuenta donde estan
los cubiertos”, lo oí incrédulo si solo quería sentarme en otro ángulo de la
mesa desde donde tenía una mejor visión repito no hice caso cambien los platos yo
mismo, y ya está…
Pedimos:
mollejitas de lechal, chipirones con alcachofas y arroz. Vino (tinto joven D.O
Ribera del Duero) y agua. Nos traen el vino y el agua, nos los abren, ni nos
hacen catar el vino que por cierto era de los peores que hemos probado en los
últimos años, pedimos nos lo cambiaron, nos traen un “Finca Resalso”, primo
hermano del anterior, dijo porque este era puro alcohol frente a la insipidez
del primero, verdadera agua tiznada.
Llegan
las mollejitas de lechal, rebozadas en una ininteligible salsa, las comemos a
trancas y barrancas, pero ya la comedia
llegó al colmo con los chipirones, durísimos, con una media alcachofa tiesisima
con un sabor avinagradisimo, en una palabra comida para la basura, que era
el mejor destino de esta.
Comentarios
Publicar un comentario