Con viento en las viñas (1)

El paisaje vitícola de l’Empordá, esas “Vinyes verdes vora mar” que tan magníficamente canta el poeta y bardo catalán Lluís Llach. Esta zona vinícola se asienta sobre dos subcomarcas: Alt y Baix Empordá. Sus suelos manifiestan acumulaciones aluviales, suelos pizarrosos y graníticos, que son la causa de la frescura y acidez de sus vinos tintos. En La Albera, las suaves y abiertas parcelas convierten los vinos en longevos, frescos y equilibrados.

Pero es el clima de l´Empordá su característica más definitiva, y de todos los elementos imperantes en dicho clima el principal es el viento, la tramontana. Una vez le pregunte a un viticultor y vinatero, mientras catábamos sus vinos vora mar: “¿Aquí sopla mucho el viento?”, y me contestó: “Sempre”. La tramontana tiene una hegemonía sobre todos los ciclos vinícolas, seca mucho las viñas y, si la pluviometría es baja, afecta también al desarrollo vegetal.

El clima de una zona situada en el nordeste de la Península Ibérica, entre los Pirineos y el Mediterráneo, es un condicionante para una tierra de viñas y una de las características más definidas de sus vinos.

Típicas de esta contracción de cadena montañosa y mar son la alta insolación, las pocas lluvias y la acción de la tramontana. Este es un viento de orientación norte-nordeste, turbulento y frio y sus embates pueden durar muchos días con rachas de 200 km por hora. Se acelera desde el macizo francés por el paso a través de los Pirineos, y suele soplar muy seguido, desplaza las nubes generadas por el calentamiento del zócalo próximo a la costa, y produce sequias preocupantes para los viticultores ampurdaneses.









Pero todo junto forma un elemento de la ecuación cualitativa de los vinos de l´Empordá, que sobre todo se manifiesta en los vinos dulces (licorosos y solejats o vinos tranquilos de sol)….

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