El monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
De más despojos que Jasón de Creta,
El juicio que tuvo la veleta
Aguda donde fuera mejor ancha.

El brazo que su fuerza tanto ensancha,
Que llegó de Catay hasta Gaeta,
La musa más horrenda y más discreta
Que grabó versos en broncínea plancha.

El que a cola dejó los Amadises,
Y en muy poquito a Galaores tuvo
Estribando en su amor y bizarría

El que hizo callar los Beltanises,
Aquel que en Rocinante errando anduvo,

Yace debajo de esta losa fría.






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