El Caballero del Febo a Don Quijote de la Mancha

A vuestra espada no igualó la mía,
Febo español, curioso cortesano,
Ni a la alta gloria de valor mi mano,
Que rayo fue do nace y muere el día.

Imperios desprecié: la monarquía
Que me ofreció el Oriente rojo en vano
Dejé, por ver el rostro soberano
De Claridiana, aurora hermosa mía.

Améla por milagro único y raro,
Y, ausente en su desgracia, el propio infierno
Temió mi brazo, que domó su rabia.

Más vos, godo Quijote, ilustre y claro,
Por Dulcinea sois al mundo eterno,

Y ella, por vos, famosa, honesta y sabía.







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